La práctica de meditación nos permite renovar las energías del cuerpo y tranquilizar la mente, disminuyendo la ansiedad y los miedos. Al meditar enfocamos nuestra atención en algo concreto, un pensamiento, un objeto, la propia conciencia, el propio cuerpo, mejorando la concentración y el aprendizaje.
La idea de enseñar a meditar a los niños es bastante nueva en el mundo occidental. En el Oriente hace muchísimo tiempo que la meditación constituye una parte esencial en la educación escolar.
Enseñar a meditar a los niños implica realizar actividades en las que enfocan su atención en su respiración, en algo que están viendo, en algo que están haciendo, así logran calmar su mente.
Meditar con niños no es que estén quietos sin moverse durante un periodo de tiempo, sino es observar cómo cae la nieve, dar un paseo observando lo que hay a nuestro alrededor, contar respiraciones mientras contamos piedrecitas, es sentarse con las manos en la tripa observando cómo sube y baja, es permanecer quietos respirando.
Beneficios de la meditación en los niños
- Los ayudará a ser más responsables, tanto en lo material como en sus emociones.
- Se sentirán bien consigo mismo, aumentará la autoestima y la seguridad en si mismos.
- Estarán más tranquilos, menos ansiosos y con menor estrés y dormirán mejor.
- Serán menos impulsivos y mostrarán más empatía y gratitud con el mundo.
- Serán capazes de enfrentarse a las frustraciones y dificultades diarias.
- Podrán concentrarse más en las tareas, sin despistarse tanto.
- Mejorará día tras día su rendimiento académico.
Cómo enseñar a meditar a los niños
Los niños son inquietos y a veces es difícil que se centren en algo concreto. Por esto los primero días solo realizarán una tarea de respiración.
Invita al niño a que se siente en un cojín o en un zafú para niño, mira que lleve ropa cómoda y que esté descalzo; dile quee cierre los ojos y que respire lenta y profundamente. Dile que escuche su respiración, sus latidos del corazón.
Cuando pase algunos días y el niño ya pueda estar tranquilo y cómodo con esta práctica, comienza a incorporar nuevos conceptos en las instrucciones: como visualizar paisajes y situaciones de calma, que imagine un campo, una playa, que sienta el sol en la cara, la brisa en el cuerpo…; más adelante puedes ir introduciendo conceptos como, que deje ir su ira, sus miedos, que libera su mente de pensamientos; Y ya para finalizar la enseñanza, vas reduciendo las instrucciones permitiendo que los niños se dejen llevar por sus pensamientos y sensaciones de paz y calma, visualizando, o simplemente concentrándose en su respiración.
Y lo más importante es que finalicen cada sesión con una respiración lenta y profunda, abriendo lentamente los ojos, y preguntarles como ha ido la experiencia invitándoles a compartirla.
Una vez que el niño se sienta a gusto con esta enseñanza, se puede comenzar a realizar meditaciones guiadas, proponerles escenarios fáciles de imaginar, paisajes ajenos a la ciudad, sin otras personas, sin animales, paisajes sencillos de imaginar, para que no se distraigan inventando y exagerando.
Lo que no podemos olvidar es que la mejor manera de enseñar algo es a través del ejemplo, por esto, si quieres introducir la meditación a tu hijo, el primero que tiene que hacerlo eres tu mismo, que aprenda la constancia y la disciplina en ti.